En el Río de la
Plata de los 76 caballos que llegaron en 1536 con la expedición de Pedro de Mendoza para la primera fundación de Buenos Aires, algunos tuvieron que ser devorados por los
propios españoles que morían de hambre y el resto librados a su suerte cuando
la expedición abandonaba el asentamiento. Y fue este último grupo el que
conquistó los amplios horizontes pampeanos.
En pocos
años, miles de caballos salvajes coparon las llanuras Argentinas. Y así el Caballo Criollo se convirtió en el acompañante incondicional de los soldados
de nuestra
patria, de nuestros
gauchos. En 1902, Juan Zorrilla de San Martín hace esta
emocionada declaración al referirse al heroico cruce de los Treinta y Tres
Orientales: “Al encontrarse los Treinta y Tres en las playas de
la agraciada con sus caballos, se abrazaron al pescuezo de los animales
besándolos como si fueran sus queridas. ¡Oh! y lo eran, señores;
eran mucho más que eso, los generosos animales tenían que ser una parte
integrante de aquellos hombres porque ellos eran los centauros de la patria,
que debían dominar como señores la extensión de nuestras sagradas colinas;
porque ellos eran la libertad americana, la libertad a caballo”.
Y aquí, en
nuestro Gouin, la tradición sigue con fuerza; mostrando a
estos gauchos que a pesar de
los años siguen fiel a sus acompañantes más leales.
Caballito Criollo
Belisario Roldán
(1873-1922 |
¡Caballito criollo del galope
corto,
del aliento largo y el instinto fiel,
caballito criollo que fue como un asta
para la bandera que anduvo
sobre él!
¡Caballito criollo que de
puro heroico
se alejó una tarde de bajo su ombú,
y en alas de extraños afanes de gloria
se trepó a los Andes y se fue al
Perú!
¡Se alzará algún día, caballito criollo,
sobre una eminencia un overo en pie;
y estará tallada su figura en bronce,
caballito
criollo que pasó y se fue!